martes, 18 de junio de 2013

(Del texto anterior)

Pitágoras ordenó a sus pitagóricos ocultar la raíz de dos. Nadie, de niño, jugaba en la playa de Nada a salvarse de la subida de la marea con un dique barquero de arena. La pleamar se cumplía y Nadie y su pitagórico hermano tenían que abandonar la empresa dejando atrás la melancólica sombra de lo que había sido un sueño, baba ya de algo que se desvanecía. Pitágoras jugó a ocultar la raíz de dos. Nadie está respondiendo al juego, está pagando con elipse de pretérito haber jugado a Jorge Luis Borges, precio continuo hasta reencontrarse en 1981. Se jura y se dice y se vuelve a jurar que no parará hasta hallarse allí, en el aula del real instituto, la pizarra con oraciones derivadas.

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