Viernes, 1 de marzo de 2013

Esto ya es por demás, un vicio, rollitos vietnamitas, sopa agria "picante, picante" de pollo tailandesa, pescado con verduras ¿y? ¿No lo adivinan ustedes? Si estuviese seguro Nadie de que iba a volver al día siguiente, guárdeme usted, camarera china, lo que queda de Chechu para mañana, no sabe Nadie si entendería ella, la camarera china, el concepto. Está Nadie acabando de verdad la aritmética, que es acabarla con ejercicios, rutina hasta los números complejos, matemática divertida desde estos hasta las sucesiones. Ha visto el álgebra y el álgebra lineal, la trigonometría, geometría y geometría analítica, inexplorados en esta embestida llamada pifostio el cálculo y la estadística y la probabilidad. Lo que te rondará, morena matemática que busco, escribe Nadie. ¡Qué bonita es esta sopa, coño! A Nadie lo tienen asombrado los números que andan en círculo, en el círculo, los números complejos. Son hermosas sus apariencias binómicas, trigonométricas, geométricas, polares. A la raíz de menos uno no la querían en la recta real. Uno, ante el rechazo de todos los números, se habría suicidado para la nada. La raíz de menos uno no solamente no se suicidó sino que creó un campo propio o lo descubrió para sí y se folló en cópula matemática a todos los números reales a su alcance, esos que la llamaban imaginaria, fantasma, pégate un tiro, lárgate. Desde entonces los números reales todos tienen con frecuencia la necesidad de número imaginario, haznos el favor, le piden a cualquiera de uno de sus descendientes, déjanos entrar. Es esa ferviente jodienda circular la que hoy se conoce por el nombre de números complejos. Entra en el templo gnóstico este una pareja de iniciados. Pescado, el que está comiendo Nadie, rebozado, setas negras irisadas de violeta, champiñones laminados, láminas de algo verde no identificado. El pescado bien pudiera ser bacalada. Ha entrado otra pareja que repite. Algo se estará haciendo bien en el templo. Que aprendan otros.