Viernes, 15 de febrero de 2013
Nueve o diez mesas, viernes, tercer día aquí consecutivo de Nadie, esperando por la ensalada (china), la sopa picante (tailandesa), los rollitos (vietnamitas), la ternera (espera Nadie que de la zona de Nadie), el Viña Chechu (quién sabe de dónde). No le han servido el aperitivo gratis previo, coño, espera, sí, llega ahora nada previo sin la copa de sangría que, por otro lado, Nadie nunca prueba. La sopa es preciosa, multicolor por los trozos generosos verdes y rojos de pimiento picado que casan bastante armónicos con el caldo ¿amarillo? -Nadie es muy malo describiendo colores, para qué ocultarlo-. La sopa pica al paladar suavemente (suavemente para Nadie), y gente habrá que habrá protestado porque rápidamente la china picante, picante. Es un amarillo ocre. Eso. Un ocre dulce, picante y amargo que tanto gusta a quienes gustan de los chinos. En un vasito de vidrio descansa la salsa para los rollitos vietnamitas: aceite, ajo, rojas partículas que nadan, caldo concentrado de carne en pastillas, salsa ocre, esta sí que ocre ocre. Cruje el rebozo vietnamita. Rico, rico. Estas pijadas te las ponían en tiempos de aparente bonanza en japoneses -hoy convertidos en wok o cerrados- a precio del gilipollas que las pagaba, Nadie alguna vez, principalmente por epatar a alguna o por capricho de esta, en este caso segundo por la imbecilidad medida por Nadie de Nadie. Nadie acaba de descubrir para qué sirven las enormes hojas de lechuga sin cortar que acompañan a los rollitos vietnamitas: Nadie ha envuelto uno en un espacioso trozo de lechuga, ha mojado el conjunto en la salsa anteriormente descrita y el resultado ha resultado (sic.) óptimo.
En el comedor de abajo, que quizás haya sido comedor público en los orígenes del restaurante, en la mesa de la entrada, sin vergüenza, sin complejos -estos chinos-, se hacinan anoraks y cascos de moto de repartidores. Los chinos son baratos y su calidad macerada en salsas mejora la de muchísimas sidrerías de autóctonos listos que por tales te cobran por ingredientes similares cuatro veces más como mínimo. De los restaurantes de diseño gastronómico con chupito de crema de lentejas con crujiente de la puta su madre Nadie prefiere no escribir o escribir solamente que esos restaurantes rozan el timo.
Los políticos, a cambio de gobernar, desgobiernan y joden el país. Y sí, Nadie ha escrito "gobernar", puntualiza por si alguien se cuela a enmendar la plana. Quien gobierna sin políticos es un dictador, mas eso es harina de otro costal, no siempre peor, que conste, y que conste que no se puede contentar a todo el mundo y que cuando las cosas claras y el chocolate espeso Adolf Hitler o Joseph Stalin, su majestad el lector de este blog escoja incluidos los políticos de hoy.
Ese chino que Nadie describe es un chino en el que Adelmo, muy de vez en cuando, gusta de escuchar (que no de entender) las conversaciones de los chinos y chinas que por allí transitan mientras espera que le sirvan (desde el sótano) su doble ración de rollitos y su arroz tres delicias para llevar.
ResponderEliminar¿Pero Adelmo no tiene chinos más cercanos a casa?
ResponderEliminarAquel tiene un atractivo especial.
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